El árbol del café (el cafeto) es originario de Abisinia (la actual Etiopía), situada en el África oriental. Se cree que las tribus africanas ya conocían las propiedades del café desde la antigüedad; molían sus granos y preparaban una pasta para alimentar a los animales e incrementar las fuerzas de sus guerreros.
Seguramente por los peregrinos que viajaban hacia La Meca, el café se extendió posteriormente a Arabia, donde se popularizó, y en el siglo XII ya era consumido de manera habitual en esta región.
En el siglo XIV, los árabes llevaron la planta a Yemen, donde se estableció un importante centro de cultivo, y en el siglo XVI, las plantaciones se extendieron hasta la India.
A comienzos del siglo XVII, los exploradores Holandeses lo introdujeron en Europa, haciéndose pronto tan popular en Francia e Inglaterra como lo había sido antes en las ciudades árabes.
Durante el siglo XVIII, los colonos Europeos introdujeron el cultivo del café en numerosos países de América con el fin de satisfacer la demanda Europea.