El primer método conocido para moler los granos de café tostados es el mortero. Sin embargo, este sistema no permitía obtener una textura fina de manera fácil por lo que, a partir de la llegada del café a Europa en el siglo XVI, se creó la necesidad de una herramienta específica que permitiera moler los granos cómodamente. Esto llevó a la aparición en el siglo XVII en Europa y Turquía del molinillo de café.
Podemos encontrar dos tipos de molinillo:
- Manuales. Se depositan los granos de café a moler en un depósito superior, mientras que el café molido se recoge en el cajón o depósito inferior. Para moler el café se utiliza una manivela ubicada en la parte superior, que mueve la muela situada en el interior de la máquina, por la que caen los granos de café enteros desde el depósito, dejando el polvo obtenido en el depósito inferior.
- Eléctricos. Pueden triturar los granos de café a distintas velocidades, lo que permite conseguir distintos tamaños de café molido. Hay que procurar no moler durante mucho tiempo para no calentar los granos.