El café que llega a los consumidores finales es, por lo general, una mezcla (o blend) muy cuidadosa de distintas variedades de café.
Lo que se busca con las mezclas son diferentes matices en el aroma y sabor de la bebida final. Las posibilidades son casi infinitas, lo que hace que el proceso de mezcla no sea sencillo y sean necesarios ciertos conocimientos para llegar a encontrar las mejores proporciones.
Normalmente se combinan cafés de distinto origen y variedad para conseguir un buen equilibrio de cuerpo, sabor y aroma y se utilizan distintas proporciones para conseguir una u otra mezcla en función al mercado al que vaya destinada, el tipo de cafetera que se vaya a utilizar en la preparación, las preferencias del consumidor, etc.
Cabe destacar que España y Portugal son los únicos países en los que existe una preferencia por el denominado "café mezcla", que incorpora tanto variedades de café natural tostado como café torrefacto.
También es cierto que, aunque las mezclas son fundamentales, hay cafés de excelentes características para tomarse solos. Es el caso, por ejemplo, del Blue Mountain (o "Montaña Azul") de Jamaica o el Kona de Hawai.